El país que me vio
nacer y me verá morir.
En mi país se recibe la mañana
con una arepa con mantequilla y queso y un buen café que despierta lo que
quedaba en la cama.
En mi país tenemos gente que sale
al trabajo a las 4am para no llegar tarde, eso es esfuerzo.
En mi país todos somos parientes,
de vez en cuando nos decimos “hermano” o “primo” aun sin conocer a quien le
llamamos de tal forma.
En mi país nos reunimos todos en
Diciembre en la casa la abuela, se hacen comelonas y hasta el más chiquito
tiene que ayudar.
En mi país tenemos las bellezas
naturales que ¡Válgame Dios! No cambiaría por nada. Es que si no te gusta la
playa puedes ir a la montaña, y si ninguna de las anteriores te parece pues ve
al llano.
Aun así, miles de venezolanos han
emigrado a otros países, en los últimos meses esto ha incrementado. Esto no es
noticia, así como tampoco es noticia lo que ha ocurrido en el país. Cada
persona que se ha ido es por una sola razón, no encuentra forma de surgir aquí.
Ahora bien, si cada venezolano decide no irse sino que decide cambiar nuestra situación,
encontraremos una salida. Esto no es culpa del vecino oficialista o del tío
opositor, la solución no la tiene la derecha ni la izquierda, la solución la
tienes tú y la tengo yo.
Es hora de unirnos como hermanos
que somos, es hora de dejar atrás las diferencias, hora de olvidar los errores,
hora de cambiar nuestra manera de pensar de nuestro hermoso país, hora de
volver a creer que en Venezuela si hay futuro, hora de echar fuera la división
y hacer un llamado a la unión, hora de buscar una salida. Venezuela ¡despierta!
La única solución es TRANSFORMAR primero nuestra casa y luego la nación.
¿Bonito? Bonito es creer que
juntos lo podemos lograr que en vez de estar buscando un hogar fuera de casa
decidamos salir y gritarle al mundo: VIVA VENEZUELA… ¡MI PATRIA
QUERIDA!